El sector apícola se encuentra en pie de guerra ante el creciente problema del fraude en el mercado de la miel. Apicultores de España, Francia y Portugal han decidido unir fuerzas para combatir una problemática que afecta tanto a los consumidores como a la economía local. La presencia de miel falsa en los lineales de los supermercados está generando una distorsión que pone en riesgo la subsistencia de los productores locales.
Los datos son alarmantes: según un informe de la Comisión Europea realizado en colaboración con diversos organismos, como la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) y el Centro Común de Investigación (JRC), el 46% de las muestras de miel analizadas durante 2021 y 2022 resultaron ser fraudulentas. En el caso específico de España, esta cifra asciende al 51%, lo que sitúa al país en el epicentro del problema.
Una amenaza para la calidad y el mercado local
La avalancha de sucedáneos de miel, compuestos principalmente por siropes y otros ingredientes que nada tienen que ver con el trabajo de las abejas, está desplazando a la miel auténtica producida en regiones como Andalucía o La Axarquía. Estos productos, que se venden a precios mucho más bajos, engañan al consumidor e impactan negativamente en los precios de la miel local, dificultando la competencia para los apicultores tradicionales.
Un simple vistazo a los supermercados basta para evidenciar el problema. Numerosas etiquetas incluyen menciones a orígenes múltiples, como España, China, Bulgaria o Uruguay, lo que genera confusión sobre la procedencia real del producto. En algunos casos, incluso se han detectado mezclas de miel de hasta siete países diferentes, según Fernando Molero, técnico de apicultura en COAG.
COAG lidera la lucha contra el fraude en la miel
Ante esta situación, el sector apícola de COAG ha tomado cartas en el asunto. La organización ha impulsado un frente común con apicultores de Francia y Portugal, exigiendo a la Unión Europea y al Gobierno español medidas contundentes. Entre las principales demandas se encuentran reforzar los controles en las fronteras, validar métodos de análisis más estrictos y prohibir procesos como la ultrafiltración, que se utilizan para enmascarar la verdadera composición de los productos.
Pedro Loscertales, portavoz de COAG, subraya la importancia de estas medidas: “No solo está en juego el futuro del sector, sino la polinización de campos y cultivos, esencial para la biodiversidad y la alimentación”. La apicultura, además de ser una actividad económica, es clave para el equilibrio de nuestros ecosistemas.
Los apicultores insisten en la necesidad de educar al consumidor para evitar el engaño. Ángeles Ponce, apicultora andaluza, recomienda fijarse en detalles como la densidad y el sabor del producto. “La miel auténtica tiene características únicas, mientras que los sucedáneos suelen ser excesivamente dulces y carecen de propiedades nutricionales”.
En esta misma línea, se reivindica la importancia de comprar directamente a los productores locales o en mercados de proximidad. Esta práctica no solo asegura la autenticidad del producto, sino que también contribuye a mantener una tradición enraizada en muchas regiones de España.
El apoyo del consumidor: clave para el futuro de la apicultura
Ante la avalancha de sucedáneos, los consumidores juegan un papel fundamental. Durante las fechas navideñas, en las que el consumo de miel aumenta, COAG lanza un mensaje claro: “Comprar miel local no solo garantiza calidad, sino que también apoya a los apicultores que luchan contra el fraude”.
Las campañas en regiones como La Axarquía, famosa por su tradición apícola, son un ejemplo de cómo se busca concienciar a la ciudadanía. Los apicultores locales, además de ofrecer un producto excepcional, contribuyen significativamente al desarrollo económico de sus comunidades.
Es crucial que tanto administraciones como consumidores actúen juntos para poner fin a este problema. La miel, más que un alimento, es el reflejo del trabajo incansable de miles de abejas y apicultores.