En el corazón del barrio de Poble Sec, en Barcelona, existe un pequeño rincón que está cautivando a los amantes de la gastronomía mediterránea. El restaurante Margarit no solo se posiciona como un proyecto culinario innovador, sino que también rinde homenaje a la historia del barrio y a las ricas tradiciones culinarias del Mediterráneo. En este espacio, la cocina griega se da la mano con la catalana, valenciana y alicantina para crear platos que sorprenden tanto a los locales como a los visitantes.
El número 58 de la calle Margarit tiene un pasado especial. Desde los años 30, este lugar ha sido testigo de la transformación del barrio y de sus gentes. Hoy en día, con la dirección del chef griego Stefanos Balis y el valenciano Jordi Fenoll, Margarit es un espacio donde tradición e innovación se entrelazan, ofreciendo una experiencia única para el comensal. ¿Qué es lo que hace que este restaurante sea tan especial? Aquí te desvelamos todos sus secretos.
Un poco de historia y raíces mediterráneas
La historia de Margarit comienza hace casi un siglo, cuando el local acogió el primer Bar Margarit, un lugar de encuentro para los vecinos del barrio. Décadas después, la tradición se renueva con una propuesta gastronómica que respeta el pasado pero lo reinterpreta con creatividad. Stefanos Balis (originario de un pequeño pueblo del Peloponeso) y Jordi Fenoll aportan una visión culinaria que explora los puntos en común y las diferencias entre las costas mediterráneas de Grecia y España.
Stefanos, quien comenzó su carrera como chef en Barcelona tras dejar su antiguo oficio de electricista, se especializó en la cocina griega y catalana en reconocidos proyectos como Rilke, Bardot e Informal. Por su parte, Jordi Fenoll, que trabajó en Dos Pebrots, contribuye con su conocimiento de la cocina valenciana, aportando elementos que enriquecen aún más la carta del restaurante.
La carta: sencillez y creatividad
La carta de Margarit se caracteriza por ser corta, pero cada plato está cargado de significado y sabor. Entre los entrantes más destacados están la skordalia, un puré tradicional griego de patata, pan, ajo y vinagre servido con un toque mediterráneo de ‘suquet’ de gambas. También es imperdible la tarama, una reinterpretación de las huevas de pescado griegas, combinadas aquí con remolacha y algarroba.
Entre las especialidades, destacan las pitas. Estas pueden variar según la temporada, pero siempre sorprenden por su frescura y originalidad. Por ejemplo, hay versiones con gallo negro y queso graviera, así como otras más clásicas rellenas de seftaliá (una mezcla de carne de cordero y cerdo) con yogur, tomate y especias. Aunque las pitas son un punto fuerte, el menú también incluye opciones como el cordero palestino o la corvina envuelta en hojas de higuera, que combinan sabores inesperados para resultar en creaciones únicas.
Los postres: dulces tradiciones y creatividad
Ninguna comida en Margarit está completa sin probar sus extraordinarios postres. El tulumba, un dulce griego de masa frita con almíbar, se sirve con crema de azafrán y pistachos, ofreciendo un final elegante y lleno de sabor. Otra opción es la leche caramelizada con crumble de cacao y helado de nata fresca, un postre que combina texturas y sabores en perfecta armonía.
Por si fuera poco, la carta de vinos es un tributo al Mediterráneo. Incluye vinos locales y griegos elaborados con métodos tradicionales y sostenibles. Entre las opciones, destacan variedades como el limmiona 2020 de Domaine Zafeirakis, que complementa a la perfección los sabores de la cocina.
Un local para disfrutar y aprender
El ambiente de Margarit es acogedor y refleja el espíritu del barrio de Poble Sec. Desde sus vajillas antiguas hasta la atención personalizada en sala, cada detalle está pensado para que el comensal se sienta como en casa. El pan, elaborado por el vecino Forn Serra, es otro elemento que refuerza el vínculo con la comunidad local, mientras que los ingredientes, como el aceite de oliva o las aceitunas kalamata, provienen de pequeños productores griegos.
Pero Margarit no solo es un espacio para disfrutar de la comida. Es también un lugar para reflexionar sobre las conexiones culturales y gastronómicas entre diferentes regiones del Mediterráneo. Stefanos y Jordi trabajan constantemente en reinterpretar recetas, investigar tradiciones y explorar nuevos sabores, lo que convierte a Margarit en un proyecto en evolución constante.
Margarit no es solo una propuesta gastronómica; también es un puente cultural que une Grecia, Cataluña y Valencia en cada plato. Desde sus pitas hasta su carta de vinos, cada detalle está pensado para ofrecer una experiencia inolvidable y auténtica que celebra las raíces y la innovación. Visitar este restaurante es, sin duda, una invitación a viajar por los sabores del Mediterráneo.